lunes, 14 de enero de 2008
Ricardo Fernández: "Las teleseries han descendido como aporte cultural"
El cambio de look se nota a primera vista. Desaparecieron las canas que desde hace un tiempo se le veían en el pelo y fueron reemplazadas por una coloración que mezcla rubio oscuro con su más natural castaño. Además, los brazos se le notan más tonificados, casi pura fibra y piel. "Es una casualidad. Más que pensar que mi cuerpo se vea bien, que también está considerado, hacer ejercicio me provoca un infinito placer", dice Ricardo Fernández sobre su estado físico.
Pero más allá de las intenciones, lo cierto es que la pista se viene distinta para el actor en la próxima teleserie vespertina de TVN, que debuta en marzo y que se graba entre Santiago y Papudo. Porque esta vez hará de galán con todas sus letras, incluyendo una cantidad considerable de escenas que le exigirán mostrar piel. El escenario playero y el temperamento de su personaje, Franco, dan la excusa para un rol que será un conquistador sin complejos, que tendrá una historia romántica con su hermanastra, interpretada por Adela Secall, pero que se enamorará sin remedio del personaje de Francisca Lewin. El amor, según explica el actor, le dará "profundidad al personaje".
El año pasado decía que era afortunado porque los roles de galán que le habían tocado siempre tenían un elemento extra que los hacían distintos. Pero su papel de ahora justamente cae en un galán más clásico. ¿Cuál fue su reacción cuando le dieron la noticia?
Me llené de preguntas (sonríe). Con el tiempo vas aprendiendo a que te importe menos hacer este tipo de roles. Claro, a uno le encantaría hacer un papel más complejo, con otras características, pero he aprendido a entregarme y a hacerlo lo más gozosamente posible, lo más desprejuiciadamente, y cuando uno logra eso, y le sacas esta investidura intelectual, el resultado es mucho mejor. Además, es difícil hacer un personaje así, por el prejuicio social que hay sobre estos roles, especialmente en el campo de los actores. Claro que eso a mí ya no me puede importar menos.
¿Sí? Porque además conlleva una exposición que usted ha dejado claro que es la parte del trabajo que no le agrada.
Hay ciertas cosas que voy a hacer porque forman parte de mi trabajo. Pero si me dicen: "Vamos a hacer un especial contigo en traje de baño", dudo que lo haría (piensa un segundo). En realidad no sé, puede que termine haciéndolo... Uno nunca sabe. ¡Uf! Me lleno de contradicciones, de inseguridades, me da vergüenza, básicamente. Hay cosas extras de las que uno no puede escapar. Ahora, hay un cierto límite. En ese aspecto, me enfrento a este trabajo de una manera más resuelta, por los años que llevo.
¿Tuvo problemas para abordar este papel?
Todos, permanentemente. Hay personajes que llegan altiro y dices "este es así", por una cosa de intuición. A mí este me ha sido particularmente difícil, encontrar cuál es la actitud que lo define. Entonces ése ha sido mi trabajo: cómo se para, cómo habla, en qué está. Es muy jodido.
Además, desde Romané (2000) que no le había tocado un papel en este tono.
Para mi gusto estos son los roles de mayor dificultad. En apariencia son muy fáciles, pero arrojan pocas luces en cuanto a caminos de interpretación. A mí me complica mucho, porque tengo muchos prejuicios con ese tipo de personas en la vida real. Me parece muy desagradable un tipo que ande conquistando así por la vida. Está tan lejos de mí, que cuesta empatizar. Un tipo que anda en moto, bronceado, y con las chicas, a mí me parece un pelotudo de tomo y lomo.
El escenario de la teleserie es la playa y su personaje es un instructor de buceo. ¿Le incomoda saber que saldrá a torso desnudo en varias escenas?
Es como dejarse encantar por una mujer de una publicidad de licor. El deseo que publicita ese tipo de mujeres es tan de primer orden, porque apela a una vanidad básica. Es complicado que me pase a mí. Soy bien poco dado a andar exhibiéndome de esa manera.
Además, este rol lo pone en un papel que generalmente le corresponde a las mujeres, de ser el símbolo sexual.
Mira, eso forma parte de este negocio y tienes que ceder. Por supuesto, cedo hasta cierto punto. Sería distinto si ampliara las posibilidades que me da mi trabajo y las empezara a explotar en otros lados. Creo que ahí uno está sonado: hay cosas de la TV con las que puedes no estar de acuerdo y que hay que hacer igual, porque forman parte del negocio.
Hasta el momento usted ha estado reacio a la etiqueta de ídolo adolescente, pero este papel lo pone más cerca del prototipo. ¿Ve con aprensión el caer en esa categoría?
Si bien hay roles que te ponen en ese lugar, creo que contribuye mucho lo que uno hace fuera de la TV. Porque uno da señales y la gente que maneja el asunto ve lo que uno está dispuesto a hacer. Uno solo se empieza a ubicar en el lugar que quiere estar.
El nicho de galán está un poco vacante. Francisco Reyes pasó a la categoría de galán maduro y Alvaro Rudolphy dice que no es galán.
¿Rudolphy dice que no es galán?
Sí.
Pero sí es un galán. Entiendo desde dónde lo dice, pero es un actor tremendamente convocado. Ser un galán es también algo que concita mucho la atención, alguien tremendamente seductor, no sólo desde el torso desnudo y la motocicleta, sino que ser tremendamente atractivo, como lo es él. Creo que la imagen se ha complejizado y se ha hecho más amplia.
A usted todavía no le ha tocado ser el protagonista de la historia, sino que en general se ha encargado de la historia de amor más juvenil. ¿Cree que con este papel se va acercando a la primera línea?
No sé, los actores somos tan obedientes en ese sentido y cuando uno le pone vanidad... Uno en una obra tiene que aprender a jugar de a cuatro o de a 10, es una de las esencias de este trabajo. A mí me han tocado roles muy entretenidos, de una gran responsabilidad social. Quiero seguir actuando hasta los 70 u 80 años, me quiero morir haciendo esto. Si el día de mañana ocupo ese lugar en televisión, fantástico. Me encanta tener responsabilidades pesadas en un elenco, porque hace que el trabajo sea más entretenido.
Esta teleserie llega con la responsabilidad de reconquistar el nicho que han perdido las vespertinas. ¿Ha sentido la presión?
No sé si en el canal las teleseries de las ocho han perdido protagonismo. Lo que sí creo es que hay una mayor cantidad de oferta en ese horario, por lo tanto hay que cambiar las estrategias y las maneras de hacer telenovelas. No siento que sea un espacio que se haya perdido, sino que se ha modificado. Básicamente seguimos haciendo lo mismo y con la misma seriedad de siempre.
Pero las producciones de las 20 horas pasan por un momento muy criticado.
Tengo la sensación de que las teleseries, como aporte cultural, han descendido un poco, para satisfacer las necesidades del televidente. Ahora es mucho más fácil hacer TV fácil. Hay una cantidad de oferta de teleseries que, para mi gusto, son de muy mala factura. Con muy bajos presupuestos para conseguir mayores ganancias. Hay una ocupación mercantilista en ese sentido. La TV es negocio, pero no se debe dejar de lado el aporte cultural puede tener.
Cuando habla de productos de bajo presupuesto y mala factura, ¿se refiere a Chilevisión y a Mega, que lanzaron sus apuestas recientemente?
No me refiero exactamente a esos dos casos, sino que hay una voluntad de hacer teleseries de menor presupuesto y cuyos resultados no son muy amigables de ver.
¿Cómo quiénes?
No recuerdo los canales. Con suerte prendo la televisión una vez al año. Sí recuerdo haber visto telenovelas de muy mala calidad, con muy malas actuaciones y que curiosamente tenían éxito. Creo que la voluntad de la gente que está detrás debería ser enseñarle a la gente, o darle un material más interesante.
¿Y está conforme con la calidad de los productos en los que ha participado?
Sí. El canal, especialmente, no ha cedido a ese fenómeno de bajar los presupuestos, hacer una teleserie más mala y que le vaya bien. No han escatimado en recursos para que el producto sea bueno. Y eso tiene un riesgo también, y en esa intención ha habido fracasos. Pero me parece notable que el canal siga en pie de guerra, y no se haya modificado en función del mercado.
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